domingo, 2 de noviembre de 2008

Camus (2)

El silencio del universo y la conciencia de la finitud humana son el absurdo. Es un axioma 'existencial'. A partir de aquí se abren muchas posibilidades. La inercia y grosera indiferencia mecánica y bobalicona del hombre actual (consumidor, esclavo y televidente pasivos), o la posibilidad de participar en breves y sangrientos estallidos de irracionalidad colectivos o individuales. El cinismo infértil, el arte vacío como motivo de vida, la vuelta 'artificial' a creencias del pasado, la nostalgia por los paraísos, etc. Muchas son las vías que al hombre se le abren desde que asume la 'muerte de Dios' (o que sin saberlo o importarle a él personalmente vive en una sociedad con unos valores e inercias que sí lo ha asumido).

La Rebeldía es el alerta contra los dogmatismos salvadores y contra la vacía y 'animal' indiferencia. La Literatura de la Rebeldía se remonta, cuanto menos, a Sade, los romábnticos y los malditos, Dostoievski y Nietzsche. No hay Dios y todo está permitido, incluso la más alevosa maldad. Podemos aceptarlo o no, pero así son las cosas para el espíritu honesto. Pueden o no agradarnos este horizonte y límite nuestro. Podemos maldecir al Dios inexistente. Podemos festejar o llorar su muerte o sucumbir a tan triste paradoja de la nostalgia y la honestidad.

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