El día ha ido, y aún va yendo, como ha ido. Un desperdicio en lo personal y un pequeño paréntesis en mi afán lector. Es casi como si no hubiese abierto ningún libro, porque he estado con el Reveles, 'El monje y el filósofo'.
El problema no es la espiritualidad, muy respetable, como distinta al cientificismo y al racionalismo, más bien lingüisticismo, de los filósofos y profesores occidentales. El problema tampoco lo percibo en la inocente imagen del budismo que nos transmite: en él el sabio y el santo, ya olvidaos por Occidente, aún existen y coexisten en la misma persona. Pienso que eso es algo excepcional, y que si bien se mira también se da en nuestra cultura.
El problema, lo que no termina de convencerme del libro, además de su formato descaradamente artificial -las preguntas precisas para rematar la respuesta más brillante- lo que me deja frío del texto es el tono, ni occidental ni oriental, sino Absoluto, que adopta el joven Revel, el monje budista. Tampoco es de recibo la condescendencia que Jean Francoise Revel mantiene con su hijo, pareciera que lo está promocinando. Sé que son cosas sin importancia, y que más bien será que no es éste el mejor momento para yo leerlo, pero es lo que las primeras 80 páginas me han parecido.
Pd: recuerdo mis lecturas de Aleixandre. Era mi favorito hace muchos muchos años, cuando los jovenes preferían a Lorca o a Alberti, y los más doctos a Salinas. Sus poemas del paraíso; su intelectualismo y frío lirismo es lo que me atraían, supongo. La última vez que le leí algo en serio fue hace unos 10 años en Santander (un congreso sobre alguien que daban en la Magdalena), y recuerdo que me pareció excesivamente abstracto, como escondido tras sus palabras. Ya entonces era otra la poesía que me atraía; Juan Luis Panero, Javier Egea, Pessoa...
Otra Pd: de MLL: poesía sin ojos.
lunes, 24 de noviembre de 2008
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