domingo, 9 de noviembre de 2008

Teatro de Camus

Lo que los manuales dicen sobre 'El malentendido' y 'Los justos' aparece realmente en estos textos. Pero en ellos hay mucho más, y es un placer descubrirlo. Para empezar, no hay en ninguna de las dos obritas un personaje central claro, y el mismo Camus tiene un poco de cada uno de esos buenos o malvados personajes que van apareciendo. En el caso de 'El malentendido', la madre y la esposa, que representan esos sentimientos humanos básicos del cansancio metafísico y el amor fiel y alegre, no aparecen especialmente en los comentarios críticos que se centran en la ingenuidad culpable de Jan y en la voluntad de una vida mejor a cualquier precio de la hermana asesina.

En 'Los justos', que Camus tituló primeramente como 'Los inocentes', se trata de distinguir entre el puro asesinato y el ajusticiamiento. Pero no queda ahí la cosa, y es lo suele olvidarse, sino que el tema de fondo es si la bondad que te lleva a la revolución no es ella misma la que te aparta de ella para convertirte en un 'reaccionario' de buen corazón.

Dicen los expertos que la pasión de Camus fue el teatro y su éxito la novela. Pues no sé; ambas obras, igual que 'Calígula', me han parecido geniales porque el texto denso (hay apariciones y discursos que se me escapan) aparece en su justa medida, permitiendo al dramaturgo, como al poeta o al novelista, exponer y justificar sus opiniones, digamos 'filosóficas'.

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