martes, 19 de febrero de 2008

Autobiografía

Autobiografía, necrológica y sentido. La conciencia como caprichoso desvelamiento/ocultación mortuorio. Pues claro; ¿qué si no es la vida consciente que la experimentación de la finitud y el desasosiego, su áuerea y fría sombra? El sentido de la autobiografía (y en mi ignorancia incluyo en el género incluso los 'Elementos' de Euclides) es ella misma. No hay punto arquimédico que haga del relato visceral una explicación de nada. Supongo que me atraen más las apuestas expresionistas que las descrptivas o explicativas.
A veces el poeta se siente vacío de su propia poesía y huérfano del deseo y la inspiración. No creo que se trate, como alguien me dijo, de que la expresión requiere, antes o después, y aunque no se quiera, convertirse en explicación, y aunque sea momentáneamente. No creo que sea eso, o no sólo eso ni eso principalmente. El verdadero movimiento no va del explicar al expresar, y vuelta, sino del expresar al sentir... hasta las últimas consecuencias. Cuando la expresión se vacia y su torturador sinsentido se vuelve casi insoportable es el momento de dar otra vuelta hacia el interior de las propias entrañas. Es el momento del heroico plantarte absolutamente a solas con el Ser, con la Nada. Tus propios sentimientos se vuelven entonces formas nimias de la verdad (inexplicable y casi inexpresable) que ahora casi rozas. Sacar o no sacar fuerzas a partir de este instante es algo que no éstá en tus manos ni tiene importancia.




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De Lichtenberg (afor.25): "...uno se pregunta por qué a los hombres suelen crecerles miembros o excrecencias que no responden a intención alguna." El deseo, el alma, el apéndice, la conciencia, la voluntad...
En el aforismo 33, y Freud no lo hubiese dicho mejor: "De los sueños de los hombres, si éstos los contasen con precisión, podrían tal vez sacerse muchas conclusiones sobre su carácter. Pero no bastaría con unom solo, sino que haría falta una gran cantidad."
Un clásico de siempre, de mucho antes de L. y de mucho después; Aforismo 40: "El miedo a la muerte que se inculca a los hombres es a la vez un gran medio del que se vale el cielo para impedirles cometer muchas fechorías."
Lichtenberg, clarividente y románticamente ingenuo, en el afor. 86: "si el género humano sigue aumentado, habrá que tener más de dos o trtes nombres para evitar la confusión."
Aforismo 110: "La medida de lo maravilloso somos nosotros. Si buscásemos una medida universal, lo maravilloso dejaría de existir y todas las cosas serían igual de grandes." Horror al universal abstracto, asesino del alma eexcelente, irrepetible y extraordinaria, y amamantador de las masas; cebador de masas para el matadero; Gulag, Treblinka.


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Solzhenitsyn, 'Archipiélago Gulag': "Por aquel mismo asfalto que de noche recorrían los 'cuervos' pasaba de día la juventud con banderas y flores cantando alegres canciones." La noche mal iluminada, sórdidas calles vacías entre edificios ausentes, como para no llamar la atención. La tragedia de miles de alientos contenidos y la arbitraria maldad como una plaga de Egipto. Más terrible, pues se repitió no una sino miles de veces. Una escena; los cuervos que mecánica e indiferentemente conduce a unos desgraciados hacia la muerte. El día luminoso. Falsamente coloreado por cánticos, alegres jóvenes y banderas de vivos colores... artificiales. Ojos sin vida y rostros maquillados de polichinela o puta de película. Tan real el día como la noche. Miedo en el sielncio y miedo en las risas, pero sin llanto; el absurdo y canalla destino que ha roto los resortes de la vida.
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"Incluso en el peor momento de la epidemia de detenciones, cuando al salir a trabajar los hombres se despedían de sus familias cada día, pues no podían estar seguros de volver por la tarde, incluso entonces apenas se registraban fugas (y menos aún suicidios). Así tenía que ser: de la oveja mansa vive el lobo."
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"...las personas que caían casualmente en una redada, o en una vivienda rodeada por agentes, y tenían la valentía de huir en aquel mismo momento, antes del primer interrogatorio, nunca eran capturadas ni citadas a comparecencia. En cambio los que se quedaban a esperar justicia recibían una condena. Y casi todos, la aplastante mayoría, se comportaban con pusilanimidad, indefensión y resignación."
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