martes, 26 de febrero de 2008

Pausa

No estoy de humor ni tengos fuerzas para gran cosa. Pesadumbre ante el puente que se avecina. Sigo disfrutando de la lectura de Lichtenberg y de Solzenisri. También empecé algo de Sontang, y me resulta inevitable no releer a Ángel González. Poco más puedo pensar y decir ahora.

Me palnteo, la cuestión es recurrente, el sentido de este Cuaderno. Sin comentarios.

Pienso, con más rabia de la que el tema merece, en la situación política; si fuese Pérez Reverte o así, gritaría que este país, desde siempre pero especialmente en estos cuatro años, es un bochornoso circo ramplón, una grandísima m... quiero decir. Que la mentira se ha institucionalizado con la bendición de los medios y de la farándula. Pienso que esta suciedad política sólo es posible si se cumplen dos condiciones: que la sociedad se encuentre profundamente ausente y amerced de los mayorales, y, en segundo lugar, y esto da miedo, que los mayorales se crean en posición de una Verdad por encima de las verdades. Esto está ocurriendo ahora mismo en España.

Pienso también, y supongo que es influencia de mí mismo, en la maldad-mediocridad de demasiados cuadrúopedos implumes. Pienso, por pensar que no quede, en mis vísceras (será el alma o el páncreas) que todavía se engañan algunas veces al contemplar...

Sigo descreyendo del Cielo, pero de existir debiera ser el Jardín con una inmensa biblioteca y los amigos cerca. El Jardín es inabarcable, por lo que no hay peligro real de cansar a los amigos.

Imagino argumentos de pequeños relatos... disfruto con tales minucias pero me horroriza como si fuese una profanación la idea de ponerme a escribirlos y robarles el encanto.

Más cosas pienso y siento... o tal vez no, y sólo creo pensarlas y sentirla cuando las escribo.

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