sábado, 9 de febrero de 2008

Camus y Cioran

Coinciden Camus y Cioran en la evidencia y definición de lo absurdo. También coinciden en el modo, que no en el contenido, de la respuesta. En el Sísifo y en el Hombre Rebelde asume Camus que lo absurdo no es el mundo, sea lo que sea éste, ni tampoco la conciencia y sentimientos humanos, (auto)entiéndanse del modo que sea, sino que el absurdo sin solución está en el inevitable maridaje de mundo y hombre. A partir de aquí la cuestión filosófica (y poética y religiosa) es si vale la pena permanecer en tan extraordinaria situación. De si el suicidio, y hay muchas formas de renunciar a la existencia, es la vía más racional. La respuesta de Camus es que es posible una forma más plena de humanidad a partir de la comprensión y digestión de nuestro estar-aquí-de-esta-manera. Este optimismo callado y lúcido permite a Camus adentrarse constructivamente en las cuestiones políticas. Nuestra trágica libertad puede permitirnos una sociedad más honrosa.
También experimenta irrebasablemente Cioran el sinsentido existencial. La falta de valor intrínseco y real de cualquier existencia, pensamiento o voluntad. También Cioran nos propone salir de la conmoción de descubrirnos unos inválidos en un Universo inválido; "Hay quien se pregunta aún si la vida tiene o no sentido. Lo cual equivale a preguntarse si es o no soportable. Ahí acaban los problemas y comienzan las resoluciones." ('Lágrimas y santos' p.40)
En este momento lo que Cioran y Camus nos cuentan empieza a diferenciarse esencialmente. Sobre el alcance y valor de la libertad trágica del hombre lúcido y valiente. No acepta Cioran que pueda ser éste el punto de partida de ningún mundo mejor. Independientemente de su visión biologicista del individuo y la Civilización -nacimiento, desarrollo, agotamiento y muerte- está convencido Cioran, y esto lo aleja infinitamente de Camus, de la maldad intrínseca del ser humano. No la maldad de los grandes asesinos, ni siquiera la mediocre maldad de la engreida y confortable mediocridad. La maldad de nuestra inevitable capacidad de digerir y disolver cualquier forma de existencia. Una especie de hegelianismo negativo, que condena a todo hombre y a toda Cultura (y al Universo entero) a un bello y mortecino crepúsculo definitivo.
Una última reflexión al respecto, en clave nietzscheana. El Eterno Retorno, la helada pregunta de para qué la libertad, y derivadamente por el cómo de ésta, es lo esencial del pensamiento de ambos pensadores. Bueno, en el caso de Cioran más poeta que pensador. La respuesta de Nietzsche a su propia y radical pregunta queda muy atrás, y se muestra demasiado inocente y vital, a la luz de lo que algunos de sus nietos nos han contado.
Mis preferencias por la poesía y mi medular misantropía (aunque a veces yo mismo me engañe, aunque a veces la compasión...) me hacen estar más cerca del rumano.

2 comentarios:

alejandro martínez dijo...

Primero que nada deseo felicitarte por exponer en tan breve espacio las notas sobresalientes de ambos pensadores.
Ahí va mi pequeña aportación.
Me ha parecido que Cioran es incapaz de recomendar conducta alguna respecto al "gran problema". Se limita a describir el estado de las cosas, observa el estado permanente del hombre (el histórico o el útopico)y lo planta como definitivo. Sus palabras favoritas son "mala estrella", "destino", "precedencia",estirpe y genealogía, pueblos débiles y fuertes...etc. Cioran no sabe perdonar y no sabe esperar.
Nadie más como él puede hablarnos de la esperanza histórica y la consecuencia infame de ésta; ("las cavernas terminan en la historia y las revoluciones en la guillotina", diría).
Pero Camus observa pacientemente tal espectáculo. Sabe que el rumano tiene razón. Toda la razón. Pero también tiene en su corazón aquella intuición de Nietzsche (padre de ambos pensadores)"lástima que los sabios hayan producido solamente a la verdad...nosotros en cambio iremos mucho más allá..."
A Camus no le interesa la metafísica de la fatalidad, ni siquiera el guiño al extásis místico o el coqueteo con una forma nihilista de budismo; se limita a su realidad humana inmediata "a esta mano que se posa sobre mi hombro".
Ambos pensadores se complementan. O bueno, pueden ser leídos alternadamente. Lo recomiendo. No se encara realmente la lucha contra el absurdo (guerra perdida de antemano, sin sentido)sin antes haberse abismado en la ausencia de Dios.

alejandro martínez dijo...

Disculpa por el seudonimo. No sé cómo quitarlo. Gracias.