La Verdad y Dios se exiliaron en el hombre. Apátridas y tristes, lentamente, mostraron su derrota y sus flaquezas para morir olvidados.
Si no expresamos el silencio, éste muere, y con él lo que de honesto hay en el alma.
Los suspiros y el llanto son los heraldos del terror. ¿Acaso hay algo más?
miércoles, 13 de febrero de 2008
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