sábado, 16 de febrero de 2008

Susan Sontang y Cioran (1)

Acierta Susan Sontang al situar a Cioran en la estela de Nietzsche y del pensamiento lírico romántico, maldito y antirracionalista. Se confunde cuando afirma que el historicismo, el triunfo de la Historia como marco inevitable e insuperable del pensar, sentir y hacer humanos, es la causa de la metafísica de la vacuidad de Cioran y otros. Posiblemente sea a la inversa. No repara Sontang en los primeros y en los últimos escritos del poeta rumano, donde aparece el tema de la Nada y la orfandad, la teología y la metafísica, como claves y motivos de su pensamiento. También olvida la autora norteamericana las referencias biográficas, su nomadismo y escaso europeismo balcánico, como raíces más posibles de su crítica a la Historia, a la Gran Historia. Textos como ‘En las cimas de la desesperación’, ‘De lágrimas y santos’, ‘Breviario de los vencidos’, ‘Breviario de podredumbre’, ‘Silogismos de la amargura’, ‘Ese maldito yo’, ‘Ejercicios de admiración’, ‘Desgarradura’, etc. colocan su producción de los 60 y mediados de los 70 –‘Aciago demiurgo’, ‘Historia y utopía’, ´La caída en el tiempo’...- como interesantes conclusiones que se derivan del tronco central de su obra, pero que en absoluto pueden ser la medida de ella. Cioran no es un esencialmente un sociólogo, ni un politólogo, ni siquiera un crítico de la cultura, sino un poeta solitario y lúcido, un arrebatado agonizante de su propia e intransferible existencia personal.
Otro valor u otro sentido ha de tener el esquema de Susan Sontang. Creo que lo que de verdad busca nuestra pensadora es señalar la propuesta de John Cage como una vía posible y hasta deseable para salir del callejón sin salida de la conciencia madura y “atascada”. Cioran afirmó que había que superar la enfermedad (de la conciencia racional impotente ante el sentido y la realidad) con la enfermedad de la conciencia fragmentada enroscada visceralmente en sí misma y que experimenta valientemente su ocaso. No es una simple combinación histórica la que nos ha llevado a saber indiscutiblemente el absurdo radical de cualquier idea o sentimiento, así que ninguna nueva combinación histórica ni ningún voluntarismo podrá hacernos olvidar nuestro coqueteo y nuestra complicidad con la Nada. De todos modos, aunque soy escéptico al respecto, es necesario leer a John Cage, para ver qué y cómo dice realmente.

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