miércoles, 2 de abril de 2008

Cientificismo IV

Más allá del cientificismo. ¿Es el cientificismo la causa o el efecto de la complaciente rendición del individuo? Sea cual sea la respuesta, ¿cuál es la fuerza del cientificismo al margen del poder material que la ciencia nos ofrece? Este indudable poder material, ¿es la causa del triunfo 'teológico' frente a la subjetividad del pensamiento cientificista? Vayamos por partes.


La ciencia es, entre otras cosas, la promesa que colma muchas ansias humanas. Una larga, muy larga, y poco dolorosa vida. Una existencia sin miseria material y altamente placentera. En el más noble, si se quiere, sentido del placer. Esto sólo, creemos, lo puede proporcionar el progreso científico. La cuestión de experimentar más personal y libremente la propia vida es también importante, pero menos dada nuestra actual forma de vida 'occidental'. En todo caso queremos creer que la propia y personal e intransferible autorrealización siempre es posible independientemente del valor absoluto que a la ciencia le demos. Se puede incluso admitir conscientemente el cientificismo y no considerarlo incompatible con la verdadera (la posible) felicidad y libertad personales. Esto, en mi opinión, es un error; ¡la ciencia no es neutra y determina nuestra forma de entender y sentir el valor del Estado y de la sociedad ('mejorable') en que vivimos. El agobio o vacío existencial queda camuflado, y justificadas las 'molestias' que nuestra forma social, política y económica conllevan. Pero si tal justificación se produce es porque hemos asmido como secundarias ciertas necesidades individuales, como la de encontrar otros modos de libertad y de felicidad distintos de los propuestos y santificados por el cientificismo y gran parte de los ciudadanos.


La individualidad, ociosa como un dios, no se siente atacada. Mientras sigamos creyendo en un futuro mejor al margen de nuestra opinión y esfuerzo, y mientras creamos que tal futuro sólo es posible de la mano sobrenatural del Estado y la Ciencia.


Igual es el ser humano un ser necesitado de cobijo ideológico (moral, político, social...), y esto, antes quie deseable o indeseable, es inevitable... ¡Buscar un consuelo más lúcido y exigente! Esta es la meta de búsqueda. Entre la realidad del redil metafísico y burocrático-Estatal y la fría e 'inhumana' utopía de la libertad vacía sin referentes ni meta, entre ambos el camino al Jardín.

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