Dice A.Host: "Me resulta muy difícil no repetirme, como tantas veces he dicho. Por dentro soy un laberinto de una sola vía. El cansancio y el frío los experimento como un injusto -sé que la palabra es estúpida- aplastamiento. Quiero respirar un poco. Eso es todo. Una pequeña derrota; igual esta palabra también es estúpida. Busco calor, el del sol en mi piel y el de mis entrañas en mi piel. Piadoso calor. Ni patético ni afectado. No desconozco que no lo encontraré afuera de mí -pues entre yo y el mundo y los dioses permanece un blindado cristal-, y me parece demasiada fantástica la azaña de Munchausen. Pero es lo que necesito, un poco de calor. El alma fría como el hielo se resquebraja con cualquier soplo, y ahora siento vendavales.
No utilizaré en este nueva aventura algunas imágenes de mi poesía anterior. Las que se refieren al dolor y al absurdo. No descreo de ellas, sé su rotundidad inapelable, pero necesito apartarlas de mi quebrada alma en estos momentos de mi largo, monótono y agotador viaje.
Me gustaría comenzar el nuevo librito con un poema antiguo, 'Travesía' de 'Tratado de la voluntad y la inteligencia', para terminarlo con una nueva 'Travesía' un poco más cálida. es mi necesidad y mi intención. El azar y mi escasa voluntad alcanzarán lo que haya de ser."
Travesía
Zarpas. El radiante día refleja
guiños de plata sobre el agua.
La mar, ahora calma y plateada,
te llama en un íntimo susurro:
‘¡avanza y quema el pasado
y quema el porvenir!’.
Duras miradas y enjutos corazones
se alzan en los espejos y en los rostros
de tus compañeros para aterrar
y detener tu tímido paso.
No avanzas ni alcanzas lugar alguno.
Zarpé, sin embargo, y navego sin rumbo,
derrotado, vacío el hígado, vacíos
el cerebro y el corazón,
y prisionero de mil melodías.
Zarpé, y hagan otros su propia travesía
involuntaria y maldita; zarpé
para dar nombre a metas imposibles,
a absurdos límites, a mi imposible hogar:
Itaca.
guiños de plata sobre el agua.
La mar, ahora calma y plateada,
te llama en un íntimo susurro:
‘¡avanza y quema el pasado
y quema el porvenir!’.
Duras miradas y enjutos corazones
se alzan en los espejos y en los rostros
de tus compañeros para aterrar
y detener tu tímido paso.
No avanzas ni alcanzas lugar alguno.
Zarpé, sin embargo, y navego sin rumbo,
derrotado, vacío el hígado, vacíos
el cerebro y el corazón,
y prisionero de mil melodías.
Zarpé, y hagan otros su propia travesía
involuntaria y maldita; zarpé
para dar nombre a metas imposibles,
a absurdos límites, a mi imposible hogar:
Itaca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario