sábado, 5 de abril de 2008

Sócrates ('Recuerdos...')

El incontestable sentido común de un hombre honesto. Esta es su filosofía. No buscaba el argumento para hacer del injusto un ser decente, tampoco buscaba una definición universal de la justicia, sino que mostraba su propia integridad, íntimamente enraizada en los valores y costumbres griegas, y la explicaba a todo aquel que lo escuchase. No tuvo dudas de comportarse justamente, ni dificultades en exponer los motivos de su comportamiento, esta es su filosofía. Exhortaba a que copiaran su ejemplo.

No encuentro más motivo de verosimilitud en Platón que en Jenofonte. Pongamos que ambos son honrados. Cada uno cuenta lo que según su particular modo de ser experimentó y entendió en su trato con Sócrates. Una cosa es cierta. El Sócrates de Jenofonte no es un patán, como tampoco lo es Jenofonte, pero jamás sería un filósofo platónico.

El Sócrates de Jenofonte no está prisionero del afán lógico lingüístico del platonismo. Para aquél la exactitud del concepto es sólo para aclarar que los dos dialogantes hablan de lo mismo. Para Jenofonte no se trata de un fracaso filosófico el haberse quedado en los casos particulares de lo que es la justicia. Sócrates tiene muy claro qué es la justicia: el autodominio, la moderación, el cumplir con los demás, la polis y los dioses, la libertad frente a los malos amos (las tiranías y los apetitos sensuales), el autoconocimiento, pues es la única manera de saber qué es lo útil y justo para uno mismo. A Hipias, por ejemplo, le deja muy clara su idea de la justicia porque es capaz de señalarle multitud de actos injustos y perjudiciales.

Lo útil y lo justo que se identifican con lo sabio, pues es sabio quien conoce estas cosas y la realiza. El autodominio, para no caer esclavo de las pasiones y de la vida fácil, es también necesario para vivir con justicia. El premio a la justicia es la felicidad posible (¡una sola vez habla del alma!), que consiste en el bienestar físico, la satisfacción de hacer lo que debes por los demás y tu patria, el ser reconocido como hombre justo por tus conciudadanos, tener amigos igual de honestos que tú, y cosas por el estilo. Se puede decir al revés, y es que lo justo es lo que nos lleva a esta vida humana feliz.

Valen la pena el diálogo con Antifonte (pp.53-56 del Libro I) y con Hipias (pp.176-183 del Libro IV). También la brevísima 'Apología'.

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