Vínculos. Los vínculos son tan falsos como inevitables. Afectos, rutinas, ideas... conforman la propia existencia y hasta, en la mayoría de los casos, la hacen más llevadera, incluso feliz, inconsciente quiero decir. Por otro lado, son también muy peligrosos, al menos para algún tipo de individuo especialmente dotado para no vivir. El peligro está en su esencial fragilidad; a poco que los tengas en cuenta desaparecen, y al evaporarse quien ha quedado totalmente descompuesto es el sujeto que los portaba.
La vinculación con uno mismo es de la especie más necesaria y dañina. El propio pasado y el futuro como asideros. Lo terrible es que no basta, ni es posible ni deseable, alcanzar la pura existencia redentora; sólo aparece como le es posible, oblícuamente y para hacer daño.
"...ese hombre está fuera de nuestro pueblo, fuera de nuestra humanidad, pasa hambre continuamente, lo único que posee es el instante, el siempre prolongado instante de la tortura, tras del cual no viene la chispa de un instante de exaltación, siempre tiene una sola cosa: sus dolores, pero en todo el ámbito del mundo no tiene una segunda cosa que pudiera servirle de medicina, no tiene más suelo que el que necesitan sus dos pies, ni más apoyo que el que cubren sus dos manos, es decir, mucho menos que el trapecista de circo, que además tiene una red tendida debajo. A nosotros, los demás, a nosotros nos sostiene nuestro pasado y futuro, pasamos casi todo nuestro tiempo de ocio y gran parte de nuestro trabajo haciendo subir y bajar, manteniéndolos en equilibrio." (Kafka, 'Diarios' 1910)
viernes, 25 de abril de 2008
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