martes, 15 de abril de 2008

Miedo

Lo más íntimo y lo más propio, no he de engañarme, no es la felicidad ni tampoco la libertad. Palabras vacías en los momentos decisivos, cuando el alma siente miedo y frío. Luchar contra ellos, guarecerse de ellos, es la opción más esencial. No vale cualquier cosa, no. Sería demasiado fácil. La inocencia, la ingenuidad o el puro cálculo pragmático son imposibles. No por orgullo, sino por vergüenza.
Hablar, sentir, experimentar lo que te falta, el hambre de paz, sin dar ningún salto metafísco o psicológico. El calor de lloar la ausencia, el calor de las lágrimas, la autocompasión erguida -sí, sé que es difícil o imposible-, ir pasando el tiempo y viendo el desgaste de tu alma. El cansancio lúcido y activo.


Señor, mi miedo me es más íntimo
que tu amor, más mío
que tu etrnidad y mi libertad,
que mi felicidad
que nada me dicen cuando
el frío y el miedo
me zarandean impetusos
e irrefrenables
como una jauría de bellos sueños
y deseos imposibles.
***
Pudiera ser que descubrimientos como este sean la sabiduría y la vejez. Me es más íntimo el miedo que la libertad o la felicidad. El Jardín no me hace más libre -en ningún sentido sutilizado de la libertad- ni más feliz, sino que me cobija y consuela. Aun así, la vida en el Jardín no es garantía de nada... En el momento en que mi miedo estuviese un poco aplacado volvería a engañarme con lo de la libertad... y vuelta a empezar. Dialéctica del Ilusionismo, Dialéctica del Miedo y el Orgullo, el del malo. Historia de un idiota (mal contada) por sí mismo.
.
Heródoto es ahora mi pequeño Jardín. Haciendo tiempo... para nada.

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