'Vida de vagabundo', en 'Hijo de Satán' (Anagrama)
Casi una crónica periodística. El alcoholismo asumido y la consiguiente vida de vagabundo, contadas con objetividad (en última instancia conseguir la cerveza o el güisqui determina toda decisión de Harry, independientemente de sus reflexiones y sentimientos) y vivida por el personaje con absoluta naturalidad. No hay belleza o fealdad en Harry, ni tampoco juicios morales sobre él. Así de simple.
Harry, no obstante, es capaz de algunos pensamientos profundos, que el rápidamente aparta porque le causan dolor de cabeza.
"Ninguna sensación de eternidad, ni de Dios, ni siquiera del Diablo. Pero uno tiene que encontrar primero a Dios y luego al Diablo. Va en este orden."
"Una vez se puso nervioso un instante, pareció que algo le preocupaba y durante unas décimas de segundo el terror se reflejó en sus ojos. Luego aquello pasó, rápidamente..., como una mosca que se hubiera posado... y luego saliese disparada hacia tierras más prometedoras."
"No hay que jugar con la locura, la locura no juega."
"El tráfico de las primeras horas de la noche comenzaba a llenar de coches la avenida. El sol se estaba poniendo a sus espaldas. Harry observó a los conductores de los coches. Parecían desgraciados. El mundo era desgraciado. La gente estaba en la oscuridad. La gente estaba aterrada y desilusionada. La gente había caído en las trampas. La gente estaba desesperada y a la defensiva. Se sentían como si estuviesen malgastando sus vidas. Y tenían razón.
Harry echó a andar. Se detuvo en un semáforo. Y en ese momento tuvo una sensación muy extraña. Le pareció que él era la única pérsona viva en el mundo.
Cuando la luz se puso verde se olvidó completamente del asunto. Cruzó la calle hacia la otra acera y continuó caminado."
lunes, 31 de marzo de 2008
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