lunes, 31 de marzo de 2008

León Felipe y el Viento

De un artículo del mismo nombre de Miguel Galindo (Letras Peninsulares Otoño/Invierno 2005-2006)

Viento es una fuerza, es la vida biológica y la del espíritu. Es la realidad posible y es azar. A veces es Dios. Viento es también la conciencia del poeta. Es la libertad del poeta y del Hombre, y es el destino y la necesidad históricas, no siempre nobles y libertarias. El inconsciente colectivo y la tradición. Viento es llanto y esperanza. Fuego, rebeldía. Viento es el Reino Prometido. Viento somos y al viento nos enfrentamos, como Prometeo o Don Quijote. Somos viento (viento de adentro) y el Universo y la Historia son viento de afuera con el que el poeta lucha para dar forma y por alumbralos y lanzarlos al futuro. A un futuro mejor... ¡pero todo -¿todo, siempre?- se repite! Porque el viento, tantas veces, también es el silencio triste y la soledad del hombre.

El artículo de Miguel Galindo es muy bueno. Sintético e iluminativo en ocasiones, y en ocasiones analíticamente filológico. Nos señala más de cuarenta significados y matices distintos y hasta paradójicos del Viento para León Felipe. Espero haber sido fiel en el breve resumen que arriba he expuesto.

Nos habla de tres etapas en la obra de León Felipe: antes de nuestra Guerra, más doméstico y popular; el poeta que vive la Guerra y su inmediato exilio, más histórico y pesimista; y el poeta desde finales de los cuarenta, el esencial/existencial, que se presenta como Profeta del nuevo Reino de la justicia y el amor, del nuevo Evangelio del hombre. En esta tercera etapa el poeta es el portavoz de la humanidad, y su personal individualismo queda relegado.

Por último, piensa Miguel Galindo que son dos los acontecimientos que posibilitan esa evolución del poeta popular al poeta universal: la Guerra Civil y la amistad e influencia poética y personal de Juan Larrea que enseña a León Felipe el futuro mejor como la patria posible.

Una sola crítica al artículo. Creo que no es posible interpretar toda la fuerza, luminosidad y honda humanidad castellana de los poemas de León Felipe a partir sólo de la imagen del viento. Es forzar un poquito las cosas, es dejar fuera grandes poemas, es olvidar las otras grandes imágenes del poeta zamorano: la estrella, el barro, la luz, Dios, el violón, la sed, la rabia... Para mí, imágenes esenciales de la tristeza e impotencia honda, honda, del poeta y del ser humano.




Y en el viento grita y pregunta el hombre: "¿Quién
soy yo?" Mas el viento no responde. Ni responde Dios.
Ni responde nadie. El viento es el silencio.
*
La Historia y la Poesía las hace el Viento... Y las antologías también,
claro está. El hombre trabaja, inventa, lucha, canta...
Pero el Viento es el que organiza y selecciona las hazañas, los milagros,
las canciones. Contra el Viento no puede nada la voluntad del hombre...
*
Y lo que se cumpla, será por voluntad del Viento y por el ofrecimiento
sumiso y doloroso de la carne del hombre. Dios pondrá la luz
y nosotros las lágrimas.
*
No los cita Galindo, pero os paso para acabar dos bellísimos poemas de León Felipe, que son más que Viento; son Rabia y Perplejidad.
.
¡Qué pena si este camino fuera de muchísimas leguas
y siempre se repitieran las mismas cuestas,
las mismas praderas, los mismos rebaños,
las mismas recuas, los mismos pueblos,
las mismas ventas!...
¡Qué pena si esta vida tuviera –esta vida nuestra-
mil años de existencia!...
¿Quién la haría hasta el fin llevadera?
¿Quién la soportaría toda sin protestas?...
¿Quién lee diez siglos en la Historia y no la cierra
al ver las mismas cosas siempre con distinta fecha?...
Los mismos hombres,
las mismas guerras,
los mismos tiranos,
las mismas cadenas,
los mismos esclavos,
las mismas protestas,
los mismos farsantes,
las mismas sectas
y los mismos,
los mismos poetas…
¡Qué pena, qué pena que sea así todo siempre,
siempre de la misma manera!
.
Balbuceos

Sé muy pocas cosas…
No he leído los libros cabalísticos…
mi cerebro es muy corto…
No entiendo nada. Soy viejo
y todo me parece un gran enigma.
La filosofía y las profundas especulaciones
me paralizan y aturden.
Físicamente me destruyen.
Hay muchas puertas por las que no he podido entrar…
¡Cuántas veces me he quedado llorando a la puerta cerrada del Dios!
Sólo alguna vez, por el resquicio de mi llanto,
he vislumbrado no sé qué lucecillas… y me he dado a soñar.
Luego me he puesto a escribir.
Así han salido mis versos… desgarrándome, con ansiedad y con dolor…
lenguaje infantil y primario…
¿Cuándo comenzaré a hablar?...
¿Cuántos siglos tendrán que transcurrir todavía
para que pueda pronunciar las palabras esenciales
cargadas de conocimiento, de amor, de luz…?

No hay comentarios: