domingo, 2 de marzo de 2008

Prosa reflexiva kantina de escasos quilates

El Universo, o diga la vida, la suya o la mía, querido lector, es siempre, entre otras cosas terribles, un motivo para el pensamiento, para la Narración, para la literatura, para el poema. También es cierto, y tiene razón querido y atento lector, que la poesía, la Narración, el pensamiento, son a su vez un motivo para el Universo, para la vida y la existencia, como hemos convenido antes. Esto que le cuento, además de una tautológica memez de escaso fuste, acrítica y artificial, puede significar algunas otras cosas. El ser humano, y yo hablo por mí, no sé usted, tiene la malvada costumbre de convertir en artefacto el Universo, al prójimo y a sí mismo. Pero es más; cuando esto se olvida, que es casi siempre, querido lector distraido, es cuando más bárbara e inhumanamente me comporto conmigo mismo, con el Universo y con el prójimo. ¿No será entonces, me pregunto y acabo, que cuando necesite una mano o una mirada amiga no sabré dónde buscar?

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