martes, 11 de marzo de 2008

Supongo

Decir que Hegel es un romántico porque busca la plenitud, es también decir que los Románticos son hegelianos. Schelling, tal vez, y Novalis -a veces-, y hasta Hölderlin -que no cuenta por problemas de edad y salud. Otros Románticos buscaron la plenitud, concedamos la palabra, en lo efímero y particular. Más; en la búsqueda imposible de ella situaron la plenitud posible. Los hijos de Hegel son, perdonen el concepto, panlogistas y ciegos e inteligentísimos ingenuos. Los hijos del Romanticismo son los Malditos. La forma lingüística y la propia existencia irracional y provocadora, sin meta ni suelo en el que asentarse. Los hijos de los hijos de Hegel son sesudos y honrados escoliastas que se niegan a reconocer, a dar nombre, lo que en ante sus anteojos ocurre y en su alma sienten. Ellos, serios y perplejos; una honorable seriedad y perplejidad intelectual. Los hijos de los hijos de los malditos hacen poesía y escriben aforismos. Cínicos y trágicos. El futuro, porque si no no habría futuro, es de aquéllos.

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