jueves, 6 de marzo de 2008

Días malditos (II)

Estamos en abril del 19. Han pasado nueve meses desde las últimas páginas de la primera parte del diario. Bunin está en Odessa. En un principio, soldados griegos y franceses protegían la ciudad. Después, los Aliados decidieron que las cosas de Rusia eran un asunto interno de ella. Abandonaron a su suerte a cientos de miles de rusos que habían huido de los bolcheviques. El ánimo de Bunin es ahora distinto. Muy melancólico y rabioso a un mismo tiempo. Su tristeza y su anticomunismo se han multiplicado. Asesinos y resentidos, patanes e ignorantes, son los encargados de establecer un 'radiante porvenir' de bienestar humano. Benditos los muertos.


"Nuestros hijos y nietos no serán capaces de imaginar la Rusia en que nosotros alguna vez (ayer mismo) vivimos, una Rusia que no valoramos lo suficiente y a la que no comprendíamos: ni todo su poder, su complejidad, su riqueza, su felicidad..."


"...el demonio de la ira cainita, así como la arbitrariedad y la ferocidad más salvajes se enseñorearon de Rusia en los mismos días en que se ensalzaba la instauración de los principios de fraternidad, igualdad y libertad."


"Y el sol brilla, la gente avanza por las calles o se agolpa frente a un puesto..., y nuevamente, la presencia de la imbecilidad y la deseperanza; de nuevo, un día largo y vacío por delante... O no. No se trata de un solo día: ¡son días y días largos, vacíos e inútiles! ¿Para qué vivir? ¿Qué sentido tiene vivir así? ¿Para qué hacer algo? No tengo nada que hacer en este mundo, en su mundo, en un mundo dominado por la desvergüenza y el salvajismo."


Blok, Maiakovski, Kliuev, Esenin, Bodánov, Lunacharski, Gorki, y otros muchos, ensalzan el régimen soviético, y publican y dirigen revistas y editoriales.


"'Honor al loco que insufle a la humanidad un sueño dorado...' ¡Cuánto le gustaba a Gorki gritar esta frase! Y pensar que el tal sueño no consiste en otra cosa que en romperle la cabeza al patrón, vaciarle los bolsillos y convertirse en un canalla todavía peor que él." ¡Qué ingenuo Ivan Bunin que no sospechaba que la sed de sangre, insaciable y necesaria, alcanzaría a los mismos revolucionarios... e indiscriminadamente y durante decenios al pueblo que decía libertar! O puede que sí, pues como un inmenso ataúd se imaginaba Bunin a Rusia en sus constantes pesadillas.


Insomnio, temor y orgullo, no viendo el día en que pudiera escapar de los revolucionarios. "¡Ay de estas noches escondiendo una y otra vez papeles y billetes, como si fuera un ladrón! Millones de rusos hemos pasado por estas vergüenzas y humillaciones durante estos años. ¡Cuántos escondites aparecerán en el futuro! Entonces se hablará de nuestra época como si se tratara de un cuento de hadas o de una leyenda."

Cita Bunin a Dostoievski: "Dadles a todos esos maestros [iluminados, o ténicos de la felicidad] plena capacidad para destruir la antigua sociedad y construirla desde cero, y será tal la oscuridad, el caos, crearán algo tan brutal, ciego e inhumano, que el edificio se derrumbará acompañado de las maldiciones de toda la humanidad antes de que pueda ser concluido..."

El diario acaba en junio del 19. Las anotaciones hasta enero del 20, cuando Ivan Bubin y su mujer Vera lograron salir de Odessa, se quedaron escondidas y perdidas en la ciudad.




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