domingo, 2 de marzo de 2008

En el búnker con Hitler

Es un pequeño libro escrito por B.F. von Loringhoven en 2005 donde el entonces joven oficial recuerda su tiempo de asistente de algunos de los grandes generales alemanes durante la guerra. Esto también lo llevó a estar relativamente cerca de Hitler en el último año del conflicto, aunque sin trato real con él. Abandonó el búnquer el día anterior a la toma de Berín por los soviéticos y al suicidio de Hitler. El libro es exiguo y no cuenta nada nuevo para un lector medianamente informado. En todo caso llaman la atención los continuos intentos por parte de von Loringhoven por destacar que ni él ni casi ningún soldado alemán fue realmente nazi, que Hitler, al menos entre una parte importante de la oficialidad, creaba un rechazo casi instintivo y que éste era recíproco. Hitler siempre despreció y desconfió de los militartes 'profesionales', o prusianos, y éstos nunca lo vieron como un verdadero líder espiritual, lo consideraban un 'proletario'. No sé si esto es cierto, pero me temo que no, y que fuesen muchos más de los que Loringhoven quiere creer los militares y aristócratas hechizados por Hitler.

Afirma von L. que ni él ni casi ningún oficial germano conocían el alcance real del Holocausto. Esto me resulta muy difícil de creer, más cuando por el boca a boca los oficiales sabían tantas cosas de política exterior y evolución real de la guerra.

También relata von L. que casi todos los Mariscales de Campo pensaban que Hitler era un aficionado en los temas militares (cuenta muy pormenorizadamente los cientos de miles de soldados alemanes que murieron en batallas concretas por la ineptitud y la cerrazón de Hitler) pero que no se atrevían, salvo Guderian, a contradecirlo. Este rasgo, posiblemente cierto, lo comparte el bárbaro nazi con Stalin, el otro bárbaro.

Bernd Freytag von Loringhoven consiguió entregarse a los americanos. Pasó tres años en prisión y continuó su carrera militar en el seno de la OTAN, donde llegó a ostentar puestos de mando, comprometido con los valores de la democracia parlamentaria europea.

Así acaba el libro el octogenario militar:

"La terrible experiencia de la guerra, de la dictadura nazi y del Holocausto forma parte de nuestra historia. El recuerdo lúcido del pasado no debe conducir a las generaciones futuras a un mea culpa generalizado y permanente, pero forma parte de una obligación de vigilancia. El respeto y la protección de la disgnidad del ser humano están inscritos ya en nuestra Constitución, y la Alemania democrática, convertida de nuevo en miembro de pleno derecho de la comunidad internacional, tiene una responsabilidad especial. Cuando la historia ilumina la memoria se da el mejor antídoto contra la intolerancia y el retorno de las ilusiones."

Por favor, releed la última frase; ¿no os ha sobrecogido un escalofrío, no habéis entrevisto a la joven e irredenta bestia rubia?

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