jueves, 20 de marzo de 2008

El hacha y la rosa

Hace buenos poemas Luis Alberto de Cuenca. Me gusta cuando parece una mezcla de Gil de Biedma, Ángel González y Borges. Pero son indiscutiblemente suyos; indiscutiblemente porque los reconozco y no los confundo con los de Gil de Biedma, A.González o Borges.
L.A. de Cuenca es un buen poeta, y me gustaría, sin ironía, poder perdonarle algún día su paso por el Viceministerio de la Cosa Escrita.

En un baratillo, ¡por 3 euros y en Renacimiento!, encontré y releí 'El hacha y la rosa' (1993). Os paso mi propia selección del librito:


Eterno femenino

Me psicoanalizaban unas chicas
guapísimas, muy altas y muy fuertes,
con pinta de valquirias o amazonas.
Iban todas con gafas y con blusas
muy blancas, gentilmente descotadas,
y faldas negras, mínimas, de cuero,
y pelo recogido, y labios gordos
que decían 'comedme' a cada instante.
Cuadernos y bolígrafos en ristre,
parecían atentas a la historia
banal que yo, implacable, les contaba,
emocionado ante su complacencia.
Les hablé de mi vida desde el punto
de vista que juzgué más favorable
para mí, como suelen hacer todos
los q1ue hablan de su vida, subrayando
las acciones heroicas y omitiendo
los vicios, las traiciones y los crímenes.
Concluido el ditirambo, comenzaban
a desnudarse cuando, de repente,
se me ocurrió que tanta maravilla
no era real, que en algo tan estúpido
y cruel como que alguien tome nota
de las jactancias y abyecciones
no podían tomar parte unas damas
tan guapas como aquéllas. De manera
que opté por escapar. Cerré los ojos,
me encomendé a mi madre y a mi novia
y, dejando el diván, salté al vacío.


Huelga general

Ha estallado la huelga general en Madrid.
Aprovechando el caso, las chicas de mis sueños
se han quitado la ropay han salido a la calle.
No respetan las normas de tráfico, las leyes
que rigen la conducta del ciudadano honrado.
Se dirigen adonde no deben, se comportan
fatal con todo aquel que les sale al encuentro,
por no hablar de los cortes de manga que dispensan
a los enardecidos líderes sindicales
que, en piquetes armados, gritan a voz en cuello
violentas invectivas contra los esquiroles.
Pero lo que me saca de quicio en estas chicas
es su marginación, su desdén por el mundo,
ese despredio olímpico que muestran por la huelga
y por los movimientos prerrevolucionarios,
como si las ideas de justicia y progreso
fuesen banalidades del siglo XIX
y la tensión social una antigualla estúpida.


El desayuno

Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
'Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar coontigo eld esayuno'.


Insomnio

La vida dura demasiado poco.
No da tiempo a hacer nada. No hay manera
de reunir los suficientes días
para enterarte de algo. Te levantas,
abrazas a tu novia, desayunas,
trabajas, comes, duermes, vas al cine,
y ni siquiera tienes un momento
para leer a Séneca y creerte
que todo tiene arreglo en este mundo.
La vida es un instante. No me explico
por qué esta noche no se acaba nunca.


...Abre los ojos, mira: todo
lo que respira nace y muere.
Sólo el orgullo de los hombres
presume de supervivencias.
Cuando llegue mi última hora,
pisoteadme y maldecidme.
¿De qué le sirven las plegarias
al árbol roto por el viento?...

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