viernes, 21 de marzo de 2008

Píndaro

Bruno Snell, 'El descubrimiento del espíritu', cap.5: 'El Himno a Zeus' de Píndaro


Como Antígona o Edipo, Píndaro es de Tebas. Su 'Himno a Zeus' (del que conservamos 30 versos) es desde los alejandrinos su obra más importante.
Fiel a los datos de Hesíodo, Píndaro canta la soberanís de Zeus frente al resto de los dioses, así como el hecho de que desde que fueran vencidos los Titanes, la justicia, la mesura y la prudencia reinan en el mundo. En el divino y en el humano. Las poesía es explícitamente para Píndaro el modo de cantar a Zeus y su labor, sobre todo para que no se olvide el sentido y el valor de la obras divina. Píndaro se justifica a sí mismo y a su arte.

"De hecho, son numerosas las afinidades de Píndaro con la doctrina heraclitea de las tensiones vitales y de las relaciones múltiples que separan y a la vez unen toda cosa viviente. Al fin y al cabo, la idea de que las grandes gestas y la belleza del mundo necesitan ser cantadas y ensalzadas se basa en el convencimiento de que el individuo es limitado, imperfecto y está necesitado de complemento: la grandeza es efímera, pero el canto permanece siempre; la belleza debe manifestarse mediante el sabio. Y una parte de la misión del sabio consiste, evidentemente en mostrasr que la belleza se basa sólo en estas relaciones infinitas, en las correspondencias y las divergencias, que su esencia consiste en la relación entre sus partes."

Va más allá Snell al relacionar el espíritu de Píndaro y Heráclito:

"Cuando Heráclito pone de relieve las interacciones entre dioses y hombres, es más bien el resultado de un conocimiento teórico, mientras que en Píndaro todo desemboca en la práctica, en la vida activa. Además, para Píndaro lo divino es todavía visible, descriptible en su esplendor, perceptible como hecho mítico, mientras que para Heráclito es algo 'abstracto' que se distingue del mundo sensible. Le importa más la armonía 'invisible' que la visible. Pero ambos poetas tienen en común que buscan la unidad de lo divino, la cual ya no viene dada directamente por la tradición o la inspiración, sino que sólo se accede a ella mediante un trabajo espiritual personal."

"Heráclito reflexiona sobre lo divino y trata de comprenderlo; Píndaro piensa en ello piadosamente para ensalzarlo con tanto más esplendor. El uno es filósofo, el otro, poeta." Y ambos llegan a una visión del Universo muy similar; un Zeus/Logos justo y ordenador de todos los órdenes de la existencia.

"Ya para Píndaro el mundo de las apariencias empieza a ser cuestionable, ya no ve lo divino en él como algo evidente y natural, sino que siente la necesidad de la sabiduría [poética] para mostrarlo y demostrar su valor: sólo se puede llegar a él elevando el pensamiento, y de ahí procede el solemne empuje de Píndaro, que lo distingue de todos los demás poetas griegos de los tiempos primitivos..."

Píndaro que representa el canto del cisne de una época que se acaba es la gran excepción de la poesía arcaica:

"En los más de cien años que separan a Píndaro de Safo, esta particular religiosidad de la era arcaica que consideraba como divino el esplendor del mundo, va palideciendo en el resto de Grecia, y Píndaro se encuentra solo con su vieja [pero renovada] fe en un mundo cambiado."

Pero su actitud 'antigua' está mucho más cerca de la filosofía de lo que él mismo creyera:

"Píndaro no habla, como muchos líricos arcaicos, de sus sentimientos personales, de su afinidad personal con otras personas, no discute qué valores repudia, sino que se limita a exponer objetivamente lo que en el mundo le parece digno de alabanza, qué rasgos de lo divino percibe en él, cómo lo limitado participa de lo universal y permanente, lo humano en lo sobrehumano."

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