sábado, 22 de marzo de 2008

De L.M.Panero

Hasta las palabras más habituales son siempre una onomatopeya del horror para el poeta. Su lucidez y su rabia (la vida entera sin ser nada, y el tiempo devorando las ilusiones). Pero el poeta es el hombre... aunque el hombre no lo sepa. Mi selcción de 'Guarida de un animal que no existe', de Leopoldo María Panero. Visor, 1998.



De lo negro sale el poema

de los pozos del alma inconfesables...

*

Me celebro y me odio a mí mismo

palpo el muro en que habrá de grabarse mi ausencia

mientras el poema se escribe contra mí,

contra mi nombre

como una maldición del tiempo.

Escupo estos versos en la guarida de Dios

donde nada existe

sino el poema contra mí.

*

Muere en la ausencia el ciervo [el poeta]

y su mirada queda vagando

carcomida por los dientes de la página...

*

...Mi memoria arde en el vaso

y Dios orina en mi vaso.

El templo se ha roto

cayéndose a pedazos en el tiempo...

*

...Porque sólo los libros hablan de Dios

mientras la mirada escupe

bestias feroces sobre el cristal de la voz

que se estremece cuando, una vez más la rompe el diente

para que rimemos otra vez el desastre.

*

La piel como el mapa

en blanco de la desesperanza

en la mano sin nadie

el verso sin mañana:

escribir para siempre

de que no hay mañana.

*

Mi memoria arde en la sombra

y quema: quema como la yesca

el martillo de mi memoria

que me dice que no soy, ni he sido,

que soy como alguien escupido

en los labios del presente.

*

El viento rompe mi cara

y el aire desdibuja mi figura

soy una bruja allá donde no hay nadie

sino un temblor en mis manos

cuando escribo el poema.

*

...Donde tiembla mi voz,

el comienzo del poema...

*

...dicen que los muertos dan asco

pero ser viejo es peor

que la muerte para el mundo

un ruido tan sólo en el cuarto

que escuchan riéndose los jóovenes.

*

No busquéis más, ya que no tengo ojos

pues el ojo es símbolo de Jesucristo y de Dios

y yo soy el cristal del infierno

el cristal para morir tan solo

para morir en la página delgada como el sufrimiento

como el sufrir más atroz que es el sufrir que no existe

el sufrir en la página

que no existe.

De este último. "...el sufrir más atroz que es el sufrir que no existe/ el sufrir en la página/ que no existe." Pero el más bello de todos estos poemas incomprensibles, certeros y dodecafónicos... la rabia del poeta siendo/haciendo nada, poesía rabiosa que no certifica sino que apuñala el dolor, no la esperanza, el más luminoso es este final que os paso:

El cigarrillo, dios de la vida

dios de los suicidas

cae al suelo como una flor herida

flor de ceniza

rostro invertido, flor de la nada.

Casa de la ceniza, en ti Dios humea

y la sangre busca su herida

maldiciendo el poema, hecho

de la frente que cae, y boquea.

La flor sucia de la vida

cae al suelo, y pregunta

a Dios por qué existió.


No hay comentarios: