Hasta las palabras más habituales son siempre una onomatopeya del horror para el poeta. Su lucidez y su rabia (la vida entera sin ser nada, y el tiempo devorando las ilusiones). Pero el poeta es el hombre... aunque el hombre no lo sepa. Mi selcción de 'Guarida de un animal que no existe', de Leopoldo María Panero. Visor, 1998.
De lo negro sale el poema
de los pozos del alma inconfesables...
*
Me celebro y me odio a mí mismo
palpo el muro en que habrá de grabarse mi ausencia
mientras el poema se escribe contra mí,
contra mi nombre
como una maldición del tiempo.
Escupo estos versos en la guarida de Dios
donde nada existe
sino el poema contra mí.
*
Muere en la ausencia el ciervo [el poeta]
y su mirada queda vagando
carcomida por los dientes de la página...
*
...Mi memoria arde en el vaso
y Dios orina en mi vaso.
El templo se ha roto
cayéndose a pedazos en el tiempo...
*
...Porque sólo los libros hablan de Dios
mientras la mirada escupe
bestias feroces sobre el cristal de la voz
que se estremece cuando, una vez más la rompe el diente
para que rimemos otra vez el desastre.
*
La piel como el mapa
en blanco de la desesperanza
en la mano sin nadie
el verso sin mañana:
escribir para siempre
de que no hay mañana.
*
Mi memoria arde en la sombra
y quema: quema como la yesca
el martillo de mi memoria
que me dice que no soy, ni he sido,
que soy como alguien escupido
en los labios del presente.
*
El viento rompe mi cara
y el aire desdibuja mi figura
soy una bruja allá donde no hay nadie
sino un temblor en mis manos
cuando escribo el poema.
*
...Donde tiembla mi voz,
el comienzo del poema...
*
...dicen que los muertos dan asco
pero ser viejo es peor
que la muerte para el mundo
un ruido tan sólo en el cuarto
que escuchan riéndose los jóovenes.
*
No busquéis más, ya que no tengo ojos
pues el ojo es símbolo de Jesucristo y de Dios
y yo soy el cristal del infierno
el cristal para morir tan solo
para morir en la página delgada como el sufrimiento
como el sufrir más atroz que es el sufrir que no existe
el sufrir en la página
que no existe.
De este último. "...el sufrir más atroz que es el sufrir que no existe/ el sufrir en la página/ que no existe." Pero el más bello de todos estos poemas incomprensibles, certeros y dodecafónicos... la rabia del poeta siendo/haciendo nada, poesía rabiosa que no certifica sino que apuñala el dolor, no la esperanza, el más luminoso es este final que os paso:
El cigarrillo, dios de la vida
dios de los suicidas
cae al suelo como una flor herida
flor de ceniza
rostro invertido, flor de la nada.
Casa de la ceniza, en ti Dios humea
y la sangre busca su herida
maldiciendo el poema, hecho
de la frente que cae, y boquea.
La flor sucia de la vida
cae al suelo, y pregunta
a Dios por qué existió.
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