Del cap. 11 de Bruno Snell sobre el origen de la filosofía.
Las metáforas y las comparaciones son mecanismos naturales para comprender. El eco del mundo, de los demás y de los mitos que resplandece en nuestro interior y lo ilumina. Comparar al hombre con una soberbia y resistente roca, o con un fiero león, o con la tormentosa vida interior de Penélope o Edipo, no son sólo bellas y vagas ilustraciones. Realmente, gracias a las metáforas, podemos reconocer ese aspecto nuestro oculto que compartimos con el resto del universo, y que tan necesario se hace en tantas y tantas ocasiones en que estamos más hundidos o derrotados que de costumbre. A pesar de que es el hombre el más débil de los animales, y de que las embestidas del destino son impredecibles, podemos conocernos y hacernos más nosotros mismos a partir de las enseñanzas de la mitología y la literatura. Antropomorfizamos el mundo, y al mismo nos hacemos más como ese envidiable mundo. Realmente es posible al hombre la fuerza del león o la resistencia de la roca, o la fidelidad sin solución de Penelope o el laberíntico destino de Edipo. "En ocasiones, el hombre puede ser igual a un animal o a un Dios". La épica y la lírica nos enseñan a ser hombres.
Pero hay algo más. Nosotros somos los que hacen la épica y la lírica. Podemos seguir avanzando indefinidamente en ese propósito de sobreponernos cada vez más humanamente a la impredecible existencia. El arte, que es más que arte, se imbrica con la vida, que puede ser cada vez más plena, contradictoria y espléndida.
Con el tiempo, en Solón ya aparece, se ira descubriendo la lógica que subyace al discurso literario. Se relacionaran como similares o como causas y efectos imágenes valiosas e iluminativas de por sí. En el lenguaje, descubrirán los griegos, está implícita una lógica. La coherencia irá abriéndose paso en medio de bellas y verdaderas imágenes míticas y poéticas. Terminará el pensamiento griego exigiendo esa coherencia lógica en sus narraciones. "Pero una vez descubierta [la lógica] y una vez que el hombre ha tomado conciencia de ella, el pensamiento humano cambia radicalmente, y este cambio es particularmente perceptible en las comparaciones, en las imágenes mediante las cuales el hombre se expresa."
Es Empédocles quien mejor ejemplifica el paso del pensamiento poético y mítico al filosófico y científico. Sus comparaciones, la de la linterna y el ojo, la del agua volteada que no se escapa, la del pintor o el panadero que mezclando elementos simples produce otros nuevos, etc, las comparaciones en Empédocles son explicativas porque no buscan siempre un tercer elemento común y abstracto entre los dos comparados. No pretende Empédocles 'iluminar' aspectos del mundo y del hombre, sino explicar procesos comunes no evidentes. Además, empédocles utiliza siempre ejemplos tomados del mundo artesanal, con lo que se pueden reproducir y hacer más evidente ese tercer elemento al que apunta la comparación.
Caso contrario es el de Heráclito, cuyas imágenes no pretenden explicar el movimiento observable ni la transformación de la materia. El interés de Heráclito no es 'físico' sino 'metafísico' y por eso sus metáforas no apuntan a un tercer elemento explicativo sino a una 'otra realidad' comprensiva. Las comparaciones heracliteas son aparentemente claras pero conscientemente oscuras, pues oscuro e inexplicable es la verdad de la existencia.
domingo, 23 de marzo de 2008
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