lunes, 3 de marzo de 2008

Libros para niños

Los tiempos han cambiado. Antes, que no hace tanto, unos 20 años, a los escolares, a los niños de colegio, se les mandaban libros de lectura verdaderamente útiles y valiosos. Cuando yo veo alguno en algún baratillo lo compro. Esta vez han sido dos antologías ilustradas sobre dos grandes poetas. 'León Felipe para niños', con prólogo de M. Lacarta e ilustraciones de Seoane, y 'Luis Cernuda para niños', de A.J.Domínguez y Ginés Liébana.
Son tomitos de Ediciones de la Torre de poco más de cien páginas de buena letra. Las introducciones son ajustadas pero certeras y de un nivel que llamaríamos en nuestra época de carestía de casi universitario. No exagero.

Ambas antologías son, como todas, discutibles. Puede que no sobre ningún poema, pero sí que faltan algunos. De León Felipe, al menos, 'Drop a star' y 'El hacha'. He aprovechado para releer al gran poeta zamorano, y he subrayado, por defecto profesional, la introducción de Lacarta. En L.Felipe está la épica del Cid y el quijotismo de Cervantes, los salmos de la Biblia, la reflexión de Unamuno y la estética y el eolismo de Withman. Dios y la muerte, Dios y el Viento, que es el azar, Dios y la Bondad y Justicias entre los hombres.


Con el violín roto

¡Qué mal suena este violín!
León Felipe, vas a tener que comprarte otro violín...
-¡A buena hora...! ¡A los 80 años!
¡No vale la pena!
Con este mismo violín roto
voy a tocar para mí mismo
dentro de unos días 'las golondrinas',
esa canción, ¡tan bonita!
que los mexicanos cantan siempre
a los que se van de viaje.
¿Cómo empieza...?
¡Adios...! ¡Adios...!
Cagh, cagh... ¡qué ronco estoy!
En verdad que suena muy mal este violín...
Pero con él tengo que tocar todavía
unas cuantas canciones
que se me olvidaron en mis Obras Completas.
No quiero que se queden perdidas
en el barullo de mis papeles inútiles.
Creo que no os van a gustar
pero no tengo otra cosa...
ni otro violín...
Y no puedo marcharme sin tocarlas
precisamente con este viejo y roto violín.

...
14 de marzo a las 4:30 de la mañana
Me he despertado con ganas de romperlo todo.
A los 80 años ya no se puede hacer nada.
Se rompe el pòema porque no ha salido bien,
se rompe el violín porque ya suena muy mal...
y no le queda a uno más que ver cómo se va consumiendo
este desamparado corazón
que ya no tiene acento
ni música
ni ganas de latir.
Oh, si se me cayese ahora la pluma
y me quedase transportado,
dormido... dormido...
sintiendo cómo esta pequeña lucecita
se va apagando...
apagando...
¡Puf!... un leve soplido y
¡Buenas noches!

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