jueves, 27 de marzo de 2008

De A.Host


Estoy cansado,
demasiado cansado para decir
la verdad.
He arrojado de mi espléndido
palacio los mullidos sillones,
las flores de vivos colores,
los espejos –otrora renombrados-
y las antiguas fotos.

Quiero pensar,
con más poesía que filosofía,
que no hay término medio
entre estar de pie y estar tumbado.
No, no hay superación dialéctica
ni poética.

Con los ojos abiertos y vítreos
escucho impaciente pasar los segundos.

Estoy cansado,
demasiado cansado para mentir,
y sólo deseo la paz, que no alcanzaré
mientras siga creyendo
que aún es posible
antes de la última tierra.

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