De A.Host
Estoy cansado,
demasiado cansado para decir
la verdad.
He arrojado de mi espléndido
palacio los mullidos sillones,
las flores de vivos colores,
los espejos –otrora renombrados-
y las antiguas fotos.
Quiero pensar,
con más poesía que filosofía,
que no hay término medio
entre estar de pie y estar tumbado.
No, no hay superación dialéctica
ni poética.
Con los ojos abiertos y vítreos
escucho impaciente pasar los segundos.
Estoy cansado,
demasiado cansado para mentir,
y sólo deseo la paz, que no alcanzaré
mientras siga creyendo
que aún es posible
antes de la última tierra.
jueves, 27 de marzo de 2008
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